24 marzo 2010

Pueblos del mundo



...¡extinguíos!, y es que de vez en cuando me da la impresión de que el concepto de "suicidio ampliado" es aplicable a la humanidad entera; civilizaciones, países, naciones, estados, pueblos, poblaciones, individuos, personas, todos. Visto el impacto que tenemos en lo que nos rodea, lo sensato parece ser borrarnos de la fiesta y dejar que todo siga su curso, sin injerencias, suavemente.

"Si alguna vez pierdo la fe en la raza humana..." bien, quizás nunca la tuve. Creo que no creo en mí, que no creo en ti y que, por supuesto, creo menos aún en nosotros. Posiblemente esto no sea lo políticamente más apropiado que un "educador" debe ofrecer a su sociedad, pero quiero incidir en que tampoco me inquietan sobremanera las formas de este fondo.

El pesimismo antropológico no es más que un síntoma de lo que todos sabemos o intuímos, pero que infantilmente nos negamos a aceptar en nuestro afán continuado de inmortalidad mal entendida y de protagonismo egoista proyectado en nuestros miedos y esperanzas, como manifestación cultural de una sociedad cuyo fin se limita a perpetuar a cada individuo en el grupo al que (voluntaria o involuntariamente) pertenece por circunstancias varias.

En esencia, somos una parte tan insignificantemente ínfima de la "big picture" que me cansa sólo el intento de plantear si merece la pena creerse el centro de algo que no sea una ilusión autocomplaciente fruto de un mecanismo de defensa automático y, por otro lado, bastante lamentable.

Humildad, consciencia y perspectiva, que no somos nadie, coño.