08 agosto 2010

Elogio de la Belleza

A mí la belleza me gusta.

Llámalo selección natural o lavado de cerebro, pero tengo la puñetera manía de preferir siempre lo bello a lo ordinario, o a la fealdad.

Cierto es que la belleza es como los gases o los líquidos, es decir, toma distintas formas según el recipiente, pero dicho así, generalizando mucho, a mí la belleza me gusta.

Cuando toca discriminar (que es parte del proceso de madurar: tomar partido, descartar opciones, cerrarse puertas y quemar puentes) es cuando más claro tengo que a mí la belleza me gusta. Y suelo tomar partido por la belleza en las situaciones difíciles.

Y es que me pasa un poco lo mismo con lo simple y lo complejo, y es que parece de cajón, pero muchas veces nos afanamos por elegir casi automáticamente lo complicado y lo feo, cuando lo simple y bello suele estar delante de nuestras narices.

Hace ya más de 15 años el Catedrático de mi facultad nos decía en clase: “sonreid, que os abrirá muchas puertas, que la gente no quiere currículos, la gente quiere sonrisas”, desde entonces una sonrisa es para mí un punto a favor en cualquier situación.

Otra historia similar es la de las narices de payaso. Iba yo en un avión camino a Dublín tras una dolorosa ruptura amorosa, cuando la chica más bella del avión se sienta a mi lado, me regala una sonrisa, me da una nariz de payaso y me salva la vida durante unos meses.

Desde entonces me ha dado por ir regalando narices de payaso y por ponérmelas yo mismo cuando estoy perdido, en un atasco, cuando paseo por una ciudad desconocida, o cuando me miro al espejo me doy cuenta de que estoy triste.

Hay que buscar la belleza, acariciarla, mimarla, tratarla con delicadeza, premiarla, alentarla, favorecerla. A la belleza no se la puede ignorar, no se la debe vestir de mediocridad, no hay que maquillar a la belleza, hay que dejarla fluir para que nos muestre el camino.

Cuando esté a punto de morir quiero recordar una vida repleta de belleza y simplicidad, con sonrisas y narices de payaso, con caricias y con besos, con abrazos y miradas, ya sabes, es que a mí la belleza me gusta.