06 julio 2010

Violencia

Ahora, de repente, sin pedirlo, me gritas, gesticulas, caminas de un lado para otro, me miras fijamente, me violentas. No me asustas, no me acobardas, no me intimidas, sólo me violentas. Proyectas en mí tus propios errores y los haces muy evidentes delante de todos. Me amenazas (con un velo de incongruencias y vaguedades), recriminas y reincides, y aún así me violentas. Tu violencia me enseña, me hace fuerte, me da la razón, te deja en tu sitio, me deja en el mío, pero, a ver cómo te lo explico, me violentas. Piensa, recapacita y respira, cuenta hasta diez. Niño, que no es que te odie, es que (simplemente) ahora me violentas.

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