06 abril 2009

Taitantos.

Hay una película que se llama "Efectos Secundarios". Allí se dice esto (con acento mexicano):
En el fondo, no hay nada que hacer. Siempre tendrás dieciocho, porque eres joven sólo una vez, pero inmaduro para siempre.

No hay instrucciones para cumplir treinta. Pero si las hubiera, serían estas:

Haz una lista de todo lo que no te gusta de ti y luego tírala. Eres el que eres. Y después de todo, no es tan malo como te imaginas un domingo de cruda.
Tira el equipaje de sobra. El viaje es largo, cargar no te deja mirar hacia delante. Y además jode la espalda.
No sigas modas. En diez años te vas a morir de vergüenza de haberte puesto eso, de todas maneras.
Besa a tantas como puedas. Deja que te rompan el corazón. Enamórate, Date en la madre, y vuelve a levantarte. Quizás hay un amor verdadero. Quizás no. Pero mientras lo encuentras, lo bailado ni quién te lo quita.
Come frutas y verduras. Neta, vete acostumbrando a que no vas a poder tragar garnachas toda la vida.
Equivócate. Cambia. Intenta. Falla. Reinvéntate. Manda todo al carajo y empieza de nuevo cada vez que sea necesario. De veras, no pasa nada. Sobre todo si no haces nada.
Prueba otros sabores de helado. Otras cervezas, otras pastas de dientes.
Arranca el coche un día, y no pares hasta que se acabe la gasolina.
Empieza un grupo de rock. Toma clases de baile. Aprende italiano. Invéntate otro nombre. Usa una bicicleta.
Perdona. Olvida. Deja ir.
Decide quién es imprescindible. Mientras más grande eres más difícil es hacer amigos de verdad, y más necesitas quien sepa quién eres realmente sin que tengas que explicárselo. Esos son los amigos. Cuídalos y mantenlos cerca.
Aprende que no vas a aprender nada. Pero no hay examen final en esta escuela. Ni calificaciones, ni graduación, ni reunión de exalumnos, gracias a Dios. Felices treinta, viejo. Bienvenido al resto de tu vida

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